Sistema político en el que una asamblea o parlamento
representativo puede derribar a un gobierno en una votación. El gobierno es,
por tanto, responsable ante el parlamento, que fiscaliza sus actos. No debe
confundirse con la democracia. Un sistema puede ser parlamentario sin ser
democrático, si el derecho de voto está muy restringido- como ocurrió en la
mayor parte de los países europeos en el siglo XIX-.
Tambien puede ser democrático sin ser parlamentario, como el
caso del sistema presidencialista actual de los Estados Unidos, donde el
presidente elegido por sufragio universal no puede ser derribado por una
votación en las cámaras – para hacerlo se necesita un complejo proceso judicial–.
La mayoría de los regímenes europeos durante el siglo XIX –
imitando el modelo británico del siglo XVIII – fueron regímenes parlamentarios
dualistas, es decir, el gobierno era responsable, pero también e ante el rey o
jefe del Estado, que podía disolver las cámaras y en muchos casos sugería el
gobierno que debía crearse o incluso contribuía a derribarlo. Esta relación,
que podemos llamar híbrida, fue desapareciendo durante el siglo XX a medida que
el sufragio universal fue extendiéndose.
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