Es un hecho inherente en todas las sociedades, que la cultura se va modelando en cuanto a las necesidades de las personas que la conforman.
En las sociedades antiguas, como la romana, los fenómenos o hechos inexplicables se verían materializados a través de los mitos, que hacen legitimar situaciones que a día de hoy puedan parecernos injustas o inhumanas.
Este sería el caso del que vamos a hablar ahora, ya que las mujeres a día de hoy si tenemos palabra por lo que hemos de usarla por nuestra causa.
Tácita Muta sería la diosa romana del silencio, y por supuesto, no es casual que sea una mujer. Esta diosa en un principio sería una nayáde, una ninfa de agua dulce. La llamarían Lara, la charlatana, pues era tendente a no poder callarse y a no parar de hablar.
Un día, Júpiter confiaría un secreto a las nayádes, pero Lara iría corriendo con el cuento Juno, la esposa del dios, por lo que éste impondría sobre ella un severo castigo, arrancándole la lengua y desterrándola a los infiernos (cómo no). Con el tiempo, la tradición la convertiría en Tácita Muta, la diosa del silencio.
Viene al caso esta figura mitológica para hablar del papel que ostentaban las mujeres en la vida pública de la sociedad romana. Para empezar debemos saber que la sociedad romana es puramente patriarcal, por lo que el hombre se impondría como el centro, no solo de la casa y la familia, sino también de la vida pública, siendo la ciudad su máxima expresión.
La ciudadanía era algo reservado a los hombres, y las mujeres libres no disfrutaban de ella al completo, pues no tendrían derecho ni a ostentar cargos políticos, ni al voto, ni a formar parte del ejército. Así que podríamos decir que eran como ciudadanos de segundo orden.
Es curioso referirnos a esta diosa porque el silencio era algo que debía ser natural en la mujer en cuanto a la vida pública se refiere. La mujer no tendría ni voz, ni voto (y nunca mejor dicho) en los asuntos de la política. Es más, todas las fuentes clásicas lo apoyan, como el Digesto.
Tácita Muta habría robado a las mujeres romanas el derecho a la expresión pública, convirtiéndolo en un pecado capital que se pagaba con el destierro. Un pecado que seguimos pagando por extensión aún hoy día, pues quién no ha escuchado nunca que "calladitas estamos más guapas".
Aún así, para suerte de estas mujeres (o simplemente justicia), esto se va paliando poco a poco y a mediados del Imperio las mujeres aparecen como continuas donantes de dinero, banquetes y obras públicas en los municipios (acción que se conoce como evergetismo).
En conclusión, esto es solo una de las muchas injusticias a las que tuvieron que hacer frente las mujeres en el mundo romano y que son importantes conocer para poder darles hoy en día esa voz y ese voto que nunca tuvieron.
R.G.H
Bibliografía de consulta:
MARTÍNEZ LÓPEZ, Cándida, 1995. "Las mujeres en la sociedad romana. Una nueva perspectiva desde las relaciones de género". En Nueva lectura de la mujer: crítica histórica, Universidad de Málaga.
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