lunes, 1 de diciembre de 2014

Isabel. La reina que cambió la Historia de España. (Marina Evangelista Pertiñez)

Hoy hacemos honor a la reina más grande de España, debido al final de la serie "Isabel" con una entrada a cargo de nuestra amiga y compañera, Marina Evangelista Pertiñez. Disfruten de la lectura.




En primer lugar quiero dedicar este artículo a mis amigas Rebeca García Haro, creadora de esta magnífica sección en la que hace honor a la historia de las mujeres y a Estefanía Serrano Lahaba, ambas, grandes apasionadas de la Historia.

En segundo lugar, realizar este artículo sobre Isabel I de Castilla, personaje histórico al que admiro por ser una mujer fuerte, de carácter decidido, capaz de revolucionar la figura de las mujeres en el trono en la España del siglo XV, por su constancia a la hora de lograr lo que se proponía y por conservar y dejarnos en herencia uno de los reinos más grandes y hermosos, el Reino de Granada.

En esa España compleja, nace Isabel el 22 de abril de 1451, en el palacio de Madrigal de las Altas Torres, un pueblo de Ávila.

La obsesión de todo monarca era la sucesión al trono por lo que era muy importante el hecho de tener un varón para dar continuidad a su legado. En el caso de Juan II de Castilla, padre de Isabel, esa idea no le preocupaba puesto que tuvo un hijo llamado Enrique de un anterior matrimonio.

 La vida le tenía varias desgracias preparadas a Isabel a lo largo de los años, la primera, la muerte de su padre, el rey Juan II cuando apenas tenía tres años. Al tomar su hermano Enrique el trono, trasladó a la familia de Isabel a la villa de Arévalo, por ser su madre la segunda esposa de su padre fallecido. Isabel desde pequeña tuvo que presenciar los llantos y amargura de su madre que se lamentaba por la pérdida sufrida.

Un fraile que vivía en el palacio, Fray Llorente, permaneció al lado de Isabel durante muchos años enseñándole a dar sus primeros pasos en la fe católica, hecho muy importante puesto que la religión católica es la que marcará su vida y el futuro de la España en aquel entonces.

Tras la muerte de su padre, no les quedó una gran herencia y pasaron de vivir en la corte donde si tenían atenciones a hacerlo en un modesto palacio sin ostentaciones. Tales variaciones hicieron más fuerte a Isabel.

Cuando creció, su hermano Enrique la llevó con él a la corte en Segovia para planear un futuro matrimonio y ser educada por su mujer Juana de Portugal. Isabel no quería ir a la corte puesto que las historias que se contaban sobre la vida que allí se llevaba chocaban con su carácter reservado y espiritual. Este sería otro golpe para Isabel.

 El siguiente golpe en su vida fue el fallecimiento de su hermano pequeño, Alfonso, probablemente por envenenamiento ante las intrigas de proclamarse rey enfrentándose así con Enrique IV. Isabel asumió su muerte con resignación.

De pronto el destino volvía a imponerse en la vida de la joven que sufrió un cambio importante pasando de ser una infanta despreocupada a entrar en la línea recta sucesoria. Otro cambio para ella fue la elección de Fernando de Aragón como esposo, negándose rotundamente a aceptar los pretendientes que su hermano Enrique le impuso, mostrando así su rebeldía y oponiéndose a ser una mujer sumisa.

 Cuando se encontró con Fernando, ambos se miraron y comprendieron que su decisión había sido acertada, viendo en él un buen compañero con el que compartir su vida.
 El enlace matrimonial se produjo el 19 de octubre de 1469. La vida que tendrían por delante estuvo llena de sacrificios e intenso y duro trabajo.

 Cuatro años después falleció su hermano Enrique e Isabel era proclamada reina de Castilla enfrentándose a su sobrina Juana " La Beltraneja" que intentaba arrebatarle el trono.

Los años de reinado que desarrolló la hicieron merecedora de convertirse en la reina más importante que ha tenido nunca España, por su empeño, eficacia sobre su cargo.

 Terminó con la conquista de la última ciudad en poder de los árabes, Granada. Fue la única en creer en el proyecto de Cristóbal Colón financiando su causa de descubrir el Nuevo Mundo, creó la Santa Hermandad, el primer cuerpo de policía al servicio de los comerciantes y los ciudadanos; administró justicia entre sus súbditos y dedicó su vida a viajar por todos los rincones del país y recibir a miles de personas que pedían reunirse con ella.

Cuando Isabel contaba con 52 años, comenzó a tener fiebres, se le hinchaban las piernas, aumentó de peso y aparecieron úlceras en sus piernas las cuales fueron atribuidas a  sus viajes a caballo. Tuvo dificultad para caminar, teniendo que trasladarse en una litera hasta quedar finalmente postrada en su lecho. Incluso estando enferma siguió ocupando su cargo como Reina, enfrentando a sus enemigos hasta el final, como al hijo de Juan Pacheco, el marqués de Villena al que dedicó esta célebre frase 
" Sabed que viví igual que morí, plantando cara a mis enemigos". Finalmente la que tan católica vivió, igualmente murió ya que consciente de su desenlace mandó misas por su alma. El 26 de noviembre de 1504, fallecía la Reina a los 54 años, en el Palacio Real de Medina del Campo (Valladolid). Sus restos mortales descansan en la Capilla Real de Granada junto a los de su esposo, su nieto Miguel, su hija Juana, a la que dedicare otro artículo, y su esposo Felipe "el Hermoso". 

En definitiva fueron muchas las causas que llevó a cabo con determinación y sin retroceder en sus decisiones. La más importante de todas sus hazañas fue su compromiso con la creación de una unidad nacional, construyendo la unión entre Castilla y Aragón necesaria para que podamos hablar hoy día de España como país. España debe buena parte de lo que hoy es a Isabel la Católica, que creyó en la unión de los pueblos. 

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