sábado, 29 de noviembre de 2014

HISTORIA DE LAS MUJERES EN LA ESPAÑA CONTEMPORÁNEA.

Comenzamos esta nueva sección con un breve repaso por la historia de las mujeres en España durante los siglos XIX y XX. Me parece interesante hacer saber nuestra historia más reciente, para poder ver la evolución del sector femenino en nuestro país.

En esta entrada, me voy a basar en el libro editado por Pilar Folguera junto a varias colaboradoras, El Feminismo en España. Dos siglos de Historia (Siglos XIX y XX). Forma parte de una serie de ponencias que tuvieron lugar en un curso sobre “El feminismo en España”, que se realizó en el año 1988, y que posteriormente se editó por la Editorial Pablo Iglesias.


Antes de hablar sobre los primeros esbozos feministas en la historia de España Contemporánea, debemos hablar del lugar que ocupó la mujer en el Antiguo Régimen.

A rasgos generales, sabemos que el papel femenino siempre estuvo relegado a las tareas del hogar (tanto dentro como fuera del matrimonio), el mundo espiritual, o incluso la prostitución.

Si hemos de hablar en la Edad Moderna de la primera figura que abriese un poco el camino crítico ante la discriminación de las mujeres, ese sería el Padre Benito Feijoo. Sería el primero que hablaría de las mujeres en un tono más amable.

Pero si hay que destacar una figura importante en el Antiguo Régimen, esa es Doña María de Zayas. Esta fue una literata que escribiría en sus obras la situación por la que las  mujeres pasaban. Más adelante, la inquisición terminaría por vetar su obra.

Aún así, la lucha por las mujeres será algo inocuo en la sociedad española hasta bien entrado el siglo XIX.

Dos figuras resaltan por encima de cualesquiera: Doña Concepción Arenal y Doña Emilia Pardo Bazán, dos mujeres que intentarán hacer frente a la situación de las mujeres y su discriminación en el tiempo que les tocó vivir, y que marcarán el final del siglo XIX y el comienzo del XX.

En primer lugar, cabe hablar del contexto que les tocó vivir a todas estas mujeres  que históricamente cabalgaban entre la República, la Monarquía, y la Restauración, los inicios del liberalismo e incluso el ascenso de los movimientos de izquierdas y los partidos obreros, la tardía revolución industrial española y la breve dictadura que acaecería al final de la  época de la Restauración.
Las mujeres, en este contexto, seguían pintando lo que pintaban en épocas anteriores. Volvemos al hogar, a la familia, a las calles… el modelo perfecto de mujer era la sumisa o de la que se podía abusar y repudiar.

Pero por poco que pareciese, una figura rompe los esquemas de la época. Esa será Concepción Arenal, o como sus más allegados la llamaban, Doña Concha. Aunque anclada en un aferrado Cristianismo, Concepción Arenal alzaría su voz durante los últimos años del siglo XIX para protestar sobre la situación de las mujeres. Hablaba en sus escritos siempre del pensamiento liberal, adaptándolo a las mujeres;  de la justicia y las leyes, y de por qué estas no amparaban de igual manera a las mujeres. El paso más importante quizás de su carrera sería la obtención del puesto de Visitadora Oficial de Cárceles de Galicia, en el año 1864.

Emilia Pardo Bazán, otra gallega de nacimiento, se caracterizaría por ser más liberal que Doña Concha, a pesar de ser discípula y seguidora de ella. Hablaría de la mujer en términos pedagógicos, de su obligada educación e instrucción, y también defendería sus derechos políticos, como el derecho al voto como fundamental.

En conclusión, dos mujeres que lucharon en un mundo de hombres que, coartaba cualquier intento de emancipación femenino.

Hablemos ahora de los primeros años del siglo XX, en los que nos centraremos en los inicios del siglo hasta la llegada de la II República (14 de Abril de 1931).

Ya hemos visto cómo habría sido hasta  ahora el papel de la mujer española. Pero un acontecimiento histórico sin precedentes va a cambiar la historia de las mujeres en los países occidentales: la I Guerra Mundial.

Como ya sabemos, la llegada de la primera Gran Guerra, haría que  las mujeres de los países beligerantes ocupasen en fábricas y hospitales, los puestos que los hombres habían dejado vacíos en su obligación de ir a la guerra.

España, a pesar de no ser país beligerante, sufriría las consecuencias internacionales de esta gran guerra, siendo la más importante la crisis económica y la subida de los precios.
Esto tuvo consecuencias directas para las mujeres, que por primera vez saldrían de sus casas no solo para ser asistentas o trabajar en algunas manufacturas, sino como  mano de obra en fábricas.
Además estos son los años de la industrialización en España, que va a tener una cierta expansión durante la Dictadura de Primo de Rivera.

Comenzarían a aparecer las primeras organizaciones femeninas, que si bien no son de carácter puramente feminista ni sufragista, comienzan a realizar algunas reivindicaciones para las mujeres. Estas organizaciones estarían influenciadas por los movimientos sufragistas tanto europeos como norteamericanos.

Pero no será hasta la llegada de la II República cuando la discusión sobre el derecho al voto femenino de paso a toda una serie de derechos que respaldarían a las mujeres.

Hasta ahora hemos visto una mujer dependiente, dócil, manipulable… una mujer que ha de adaptarse a condiciones sociales y políticas que no le pertenecen.

El desarrollo de la historia de las mujeres durante la II República y su papel en la Guerra civil, lo conocemos bien gracias a la cultura popular, pero merece la pena recordarlo, y merece la pena recordar las causas que llevan a conseguir numerosos derechos durante la República y de qué manera los pierden.

La  llegada de la II República, en una situación atípica en el contexto mundial, representaba la necesidad de un ansiado régimen democrático en el país. Pero una democracia que no solo afectaría a hombres, sino también a las mujeres.

La República habría de dotarse de credibilidad, y para ello debería contar con el ala femenina del país. En este momento sería cuando las mujeres estuviesen representadas en el Parlamento Español por propias mujeres, destacando grandes figuras como Clara Campoamor (por el Partido Radical) y Victoria Kent (por el Partido Socialista).

Estas dos mujeres representarían dos alas enfrentadas en el Parlamento:
-          La que estaría a favor de  dotar a la mujer del derecho al voto; representada por Clara Campoamor.
-          La que estaría a favor de abstener a la mujer del derecho al voto; representada por Victoria Kent.

El tema del sufragio femenino daría lugar a un largo debate que tendría que ser sacado adelante por Clara Campoamor a través de términos legales, jurídicos e históricos, pues aunque el ala de Victoria Kent hablase de que no era momento para dotar a la mujer del derecho al voto porque no estaba preparada por su histórica relación con  la iglesia y la derecha, Clara ganaría la batalla alegando que si la República no dotaba a la mujer del voto, más tarde podría hacerlo la coalición de derechas y llevarse los votos del sector femenino.

Otros logros serían igual de importantes para las  mujeres durante la República, como el derecho a la educación, a la atención sanitaria, al divorcio y al aborto.

Ya durante la Guerra Civil, en el bando nacional comenzaría a perfilarse el modelo nuevamente de mujer sumisa, y en el bando republicano, figuras como Lucía Sanchez Saornil, Federica Montseny o Dolores Ibárruri, promulgarían la lucha de la mujer por la causa republicana.

Para hablar sobre las mujeres durante la etapa franquista, debemos hacer referencia a lo que ya sabemos o a lo que acabamos de ver desde la República hacia los inicios del feminismo. Así dividiremos el feminismo en dos etapas, una de progreso o evolución, y otra de estancamiento y retroceso con el golpe franquista de abril de 1936.

En la primera etapa podemos hablar de una mujer que gracias en parte a los cambios no solo sociales sino también económicos, va a poder desarrollar toda una serie de trabajos que se salen del ámbito del hogar, pues existe la necesidad de obtener una renta más desahogada en los núcleos familiares debido a la cada vez más fuerte implantación del consumismo y el dinero como elemento esencial. Los principales logros de esta etapa serían la implantación de la alfabetización en algunos sectores femeninos y la emancipación de la mujer en los núcleos familiares tanto por parte de sus padres como de sus maridos. También se educaría a los hijos para que llevasen a cabo una emancipación más temprana.

Pero la llegada del Franquismo haría que todo esto cayese. Todos los logros que la II República (ya fuesen por las razones que fuesen) había conseguido por las mujeres se verán frustrados por la dictadura. Y es que uno de los elementos más importantes del pensamiento fascista es la familia como núcleo básico, en el cual sus diferentes elementos han de cumplir su función que les es propia. 

En el caso del franquismo, junto con un catolicismo exacerbado. La mujer quedaría relegada de nuevo a las tareas del hogar, al cuidado de los hijos y del marido, alabando el modelo de mujer católica y sumisa. El hombre, por el contrario pasaría nuevamente a ser el cabeza de familia. Resurgiría en España lo que conocemos como sistema patriarcal, acompañado de un catolicismo y una creencia nula en las capacidades de las mujeres, más que las maternas y del hogar.

Nos encontramos frente a unas mujeres que han vivido su juventud con las libertades de la II República y que ahora se van a ver cohibidas y coartadas sin más razón alguna que la instauración de un régimen dictatorial, que han de hacer frente a las consecuencias de una desgarradora guerra, a una dura postguerra.
Mujeres que han de adaptarse a hombres que acaban de salir de una guerra que ha hecho de ellos carne de cañón, una guerra que ha hecho medir a los hombres por su “valentía” y “masculinidad”.

Pero aún así, en la posguerra, habría mujeres dispuestas a no luchar desde el silencio, mujeres que protagonizaron escenas tales como las huelgas de hambre en las cárceles de Ventas y Segovia. Además de estas, también estarían las mujeres de los presos, que lucharían por mantenerse en la  vida cotidiana a pesar de seguir casadas con “rojos” o “comunistas”.

Pero, aunque las mujeres sigan practicando una lucha incesante, y apoyen a sus maridos o se subleven desde las cárceles,  hemos de saber que la izquierda masculina, no mostró mayor apoyo a las mujeres que la derecha. Pues a pesar de la solidaridad que las mujeres mostraron con los militantes y los grupos de colaboración que crearon fuera de las cárceles en apoyo a los hombres, nunca se dio el caso contrario. Es decir, la mujer durante la posguerra y la dictadura siempre hubo de luchar sola, tanto en un lado, como en otro.

Esto daría lugar a que las mujeres se uniesen entre ellas para luchar por la causa femenina, así entre finales de los 50 e inicios de los 60, comenzarían a agruparse en asociaciones que lucharían desde las asociaciones de derechas para pasar más desapercibidas. Mujeres urbanas, cultas e  ilustradas que comienzan a realizar acciones más propiamente feministas. Esto se extendería durante los años 70. Destacaríamos la figura de María Laffitte, Condesa de Campo Alengue.

Con la caída del régimen franquista, España irá poco a poco adaptándose a Europa en todos los sentidos. Uno de ellos será la posición de las mujeres en la sociedad española. Llaman la atención sobre todo, aspectos como la introducción en el mundo laboral de un gran número de mujeres, la nueva educación sexual, y la capacidad de decisión propia.

Las mujeres van a ver una apertura en el campo laboral, pudiendo cursar estudios superiores y accediendo a puestos de trabajo cualificados y bien remunerados, aunque evidentemente con diferencias salariales con respecto a los hombres.

Las mujeres estarán más y mejor educadas sexualmente, llevando a cabo medios para el control de la natalidad y para la prevención de enfermedades de transmisión sexual. La mujer será más libre en lo que concierne a las decisiones sobre su cuerpo y su sexualidad, y sobre su decisión de ser madre o no. Así las uniones matrimoniales también descenderán, y habrá más mujeres solteras por decisión propia.

Es decir, se percibe una evolución en las relaciones de género dentro de diversas áreas:

-           Instrucción de las mujeres similar a la de los hombres.
-           Independencia jurídica progresiva.
-           Incorporación al trabajo asalariado.
-          Reducción de la jornada de trabajo doméstico.
-          Deseo cada día mas generalizado de independencia económica y afectiva.

Así pues, durante la Transición democrática, la lucha  de las mujeres estaría representada a través de dos vías básicas. Por un lado, tendríamos las agrupaciones de mujeres por el feminismo, que intentarían propugnar un feminismo de la igualdad dentro de la sociedad. Por otro lado, tendríamos la lucha feminista dentro de los partidos, tanto de izquierdas como de derechas, que propugnaban la igualdad de los sexos en materia socio-política en los programas de los distintos partidos que apoyaban el ascenso de la mujer hacia unas condiciones igualitarias.

Pero tras la celebración de las Jornadas Feministas en Granada en Mayo de 1979, el feminismo inició una crisis entre dos vertientes:

-          “Feminismo de la igualdad”: Desde el feminismo de la igualdad se asume una postura crítica hacia el mundo masculino, la división sexual del trabajo y el patriarcado. Tiene su origen en la Ilustración y la redefinición del concepto de ciudadanía y universalidad (Celia Amorós) así como en el sufragismo y los partidos y organizaciones de izquierdas. Negocia cambios legislativos y normativos para lograr la igualdad de las mujeres con los hombres y eliminar "cualquier diferencia artificial basada en el sexo, los privilegios de un sexo sobre el otro". (Empar Pineda). Desde el feminismo de la diferencia se le acusó de complicidad e identificación con el opresor.[1]

-          “Feminismo de la diferencia”: No hablan de desigualdad, sino de diferencia. Y plantea la igualdad entre mujeres y hombres, nunca de las mujeres con los hombres. (Sendón de León). Frente al liberalismo, el marxismo y otras ideologías que consideran masculinas, proponen construir una feminidad que sea de por sí "sujeto revolucionario". La liberación de las mujeres pasaría así por remarcar su diferencia sexual y dejar de tener como punto de referencia a los varones.[2]

A partir de 1982, se produciría entonces una total dispersión de los distintos grupos y organizaciones feministas. Esto se produce a  razón del deseo del movimiento feminista de disgregarse de las distintas instituciones para la continuación de su lucha.

Paralelamente surgiría lo que conocemos como “feminismo institucional” con la creación en 1983 del Instituto de la Mujer, para poner en marcha desde los gobiernos, políticas de igualdad entre sexos.
También, la agrupación de mujeres feministas en colectivos profesionales, permitiría el desarrollo del “feminismo sectorial” o “profesional”.

Pero sin duda, el paso más amplio a nivel social durante los primeros años de la democracia, sería la concienciación de las mujeres de a pie, es decir, de aquellas que no pertenecerían a ningún sector del feminismo, sino que lucharían por la igualdad desde los contextos más populares, como la familia, los amigos, la pareja o el  trabajo.

Más adelante, la consecuencia de todo esto, será la aparición del “feminismo académico”, es decir, el estudio sobre las mujeres desde las universidades, la colaboración entre los investigadores para dar salida a una nueva Historia de las Mujeres y hacer posible una revisión historiográfica de ellas. Para ello fue muy importante la creación de los Centros de Estudios de las Mujeres, dirigidos por distintas universidades (una de las más importantes será la de Granada), en los que investigadoras e investigadores pondrán todo su empeño por dar a las mujeres un espacio a nivel académico.

En conclusión, podemos hacer referencia a la historia de las mujeres en España en la actualidad. Las mujeres españolas intentan cada día adaptarse a un mundo que cambia constantemente, un mundo en el que se dejan ver un poco más integradas pero en el que aún queda mucho por hacer.
Las mujeres españolas deben concienciarse a sí mismas de que tienen una historia propia y que han de construirla.

Las mujeres (todas), deben luchar ser escuchadas y respetadas como iguales en una sociedad aún marcada por el patriarcado, que se manifiesta de distintas formas y a diferentes escalas. En nuestra sociedad occidental, actúa a  través de lo que se conoce como el capitalismo simbólico, pues los medios y la cultura que nos rodea, siguen reflejando una visión dicotómica entre hombres y mujeres, y da a cada uno su lugar.

Es tarea de todas las personas cambiar el mundo que nos rodea para hacerlo un poco mejor, y la lucha por la igualdad de las mujeres y de otros sectores marginados como los homosexuales, transexuales o bisexuales, es uno de los grandes pasos que hacen falta para crear una humanidad mejor.


R.G.H.



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