jueves, 15 de mayo de 2014

Los Tratados de París tras la Primera Guerra Mundial

Los vencedores reunidos en París tendrán como objetivo dos asuntos:

- Acabar con el caos territorial existente en el este de Europa (nacionalismo).

- Poner los medios necesarios para frenar el avance de la revolución bolchevique. Para ésta última acción se servirán de la creación de nuevos Estados-nación, que también les servirán para el control de Alemania, con el fin de evitar futuros conflictos.

Todas las cuestiones importantes fueron controladas por los dirigentes de las cuatro grandes potencias vencedoras: Wilson, por los EE. UU., George, de Inglaterra, Clemenceau, en representación de Francia y Víctor Emmanuel Orlando, de Italia. Será, aun así, el presidente norteamericano el que ejerza como líder en estas reuniones y tratados, puesto que su intervencionismo en la I Guerra Mundial había sido decisivo para el resultado final de la contienda.

Wilson, presidente de los EEUU (Wikipedia)

La creación de la Sociedad de Naciones representa el deseo de terminar con los tratados o pactos secretos entre países para poder garantizar la paz. Aun así, entre las intenciones de Wilson también existían otros intereses: se pretendió potenciar el liberalismo económico, proponiendo una mayor libertad de mercado entre los distintos países (sobretodo libertad en el comercio marítimo). Otro de los objetivos de Wilson será la suavización de las indemnizaciones de guerra que Francia pretendía imponer a Alemania. Ante esto las potencias europeas se mostraban reticentes. Por un lado los franceses pretendían tener un gran control sobre el progreso alemán después de la guerra, así como garantizarse las indemnizaciones de guerra. Por otro lado, Gran Bretaña, recelosa de su hegemonía marítima, la cual había construido las bases de su imperio, no permitirá a Wilson esa liberalización del tránsito marítimo en Europa.

Los vencedores firmaron en total cinco tratados con los derrotados, cuyo principal problema es que esta paz estaba impuesta por los vencedores, sin contar con los vencidos, suponiendo una humillación para ellos. Estos cinco tratados eran:

Tratado de Versalles (junio de 1919). Es el más importante. Se daba entre aliados y alemanes, por lo que los franceses ofrecieron una fuerte presión para anteponer la seguridad de Francia ante un posible revanchismo alemán. Gran Bretaña, por otro lado, estaba más pendiente de sus intereses coloniales así como del mantenimiento de su supremacía marítima. A pesar de las intenciones de Wilson por suavizar las pretensiones francesas se terminó culpando de la totalidad de la guerra a Alemania. Los acuerdos en éste Tratado terminaron con la supresión de la flota alemana y su imperio colonial, que sería repartido entre Gran Bretaña y Francia. Además, se impusieron duros correctivos a la nación alemana con la pérdida de los territorios de Alsacia y Lorena, que pasaron a Francia. Por otro lado el control de las minas de carbón del Sarre también fueron puestas bajo control francés, así como un alto coste en reparaciones de guerra.

También se formó a partir del territorio alemán un corredor-pasillo polaco de los antiguos territorios de Posen, Prusia occidental y parte de Silesia. En cuanto a las cuestiones militares su ejército quedó reducido a los 100.000 soldados y la zona de Renania quedaría totalmente desmilitarizada con el fin de crear un colchón de protección para Francia. Por otro lado se prohibió a Alemania la posesión de aviación, submarinos y artillería pesada. El gobierno alemán de la República de Weimar con Ebert se negaba a firmar el tratado, nadie estaba dispuesto a asumir tal estigma, produciéndose varias crisis de gobierno por la amenaza de reanudación de la acción armada. Finalmente, será en 1919 cuando en la Galería de los Espejos del Palacio de Versalles se firme.

Tratado de Saint Germain. Producido entre los aliados y Austria. Proponía el final del
Imperio, el pago de indemnizaciones y limitaciones a su ejército. La división del Imperio provocó la salida de varias repúblicas como la de Austria, Hungría, Chevoslovaquia y Yugoslavia.

Tratado de Neuilly. Producido entre los aliados y Bulgaria. Se produjeron perdidas territoriales para Bulgaria, pago de reparaciones y limitaciones en el ejército.

Tratado de Trianon. Producido entre aliados y Hungría. Se producía un pago de las reparaciones y limitaciones en el ejército.

Tratado de Sèvres. Producido entre aliados y Turquía. Finalización del Imperio Otomano.
Promoción de la República Turca y repartición del resto de territorios del Imperio entre Francia y Gran Bretaña.

En definitiva, todos estos tratados tenían dos finalidades: reestructurar el mapa de Europa y evitar la difusión de la revolución bolchevique. Estos objetivos se resumen en la constitución de siete nuevos estados a partir del antiguo Imperio Ruso y del Austro-húngaro: Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Checoslovaquia y Yugoslavia. Los cinco primeros, junto a Rumanía, formarán el famoso “cordón sanitario” de Estados anticomunistas, que en gran medida poseían territorios que habían pertenecido a la Rusia zarista. A pesar de la creación de nuevos estados-nación se continuaban dando los problemas nacionalistas con la permanencia de una nacionalidad extranjera dentro de unas fronteras que seguían sin ser suyas: no se consiguió solucionar el problema de la realidad multiétnica.

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