En los campos de concentración, los nazis encerraron, aplicando teorías racistas, a judíos, gitanos, eslavos, homosexuales, opositores políticos, etc. Y también a numerosos católicos y representantes de otras ramas del cristianismo, no por motivos racistas, sino por considerados incompatibles con su concepción totalitaria y laica de la vida. En las tres semanas que duró la invasión de Polonia fueron asesinados 250.000 judíos polacos. Más adelante, en el ghetto de Varsovia, se calcula que fueron masacrados unos 400.000.
A partir de 1940 fueron igualmente perseguidos por el resto de la Europa ocupada por las tropas alemanas. Se multiplicaron los campos de concentración con las cámaras de gas y los hornos crematorios. En Ucrania y Besarabia se calcula que fueron asesinados más de dos millones de judíos. En las cámaras de gas aproximadamente unos dos millones y medio. Las cifras totales del genocidio de la Segunda Guerra Mundial son desconocidas, aunque se calculan entre cinco y seis millones tan sólo la población judía.
Pero hay que buscar razones de fondo: los alemanes envidiaban el beneficio de los judíos, ya que se dedicaban a actividades lucrativas. Por una parte, los alemanes les consideraron comunistas, pero también se les consideraba usureros. Los alemanes justificaron las medidas que tomaron contra estos colectivos no sólo por estos motivos, sino también diciendo que era normal si se tenía en cuenta lo que pasaba en la URSS o lo que Gran Bretaña hizo con los Boers.
En este proceso, la población de a pie colaboró activamente en muchos casos motivada por el miedo hacia la Gestapo, encarnación de la represión en el Tercer Reich. Se empezaba por matar a los más veteranos alegando que ya no se sentían capaces de trabajar, y después a los más jóvenes. En principio se pensó en llevarlos a Madagascar, pero la flota inglesa controlaba los mares y no podían hacerlo. Tampoco podían asesinarlos de uno a uno, pues aquello no era humano para los verdugos. Aparte, se dividió el trabajo entre los militares para que ninguno conociera todo el proceso y no se sintiera mal por hacer lo que estaba haciendo. Otras medidas fueron traer gente de fuera, ponerlos en un ambiente lo más humanizado posible (una estación normal de tren), se les rapaba la cabeza y se les ponía uniforme para que no parecieran humanos.
Esto se ocultó a la gente (no había otras informaciones más allá de las que el régimen permitía salir adelante y Hitler, en sus discursos, intentaba emocionar a los asistentes con posturas que, aunque eran muy naturales en él, las ensayaba a fin de no fallar), aunque ya podían ver lo bajo a lo que se podía llegar al ver limpiar a los judíos la calle como símbolo de la humillación. Pero lo que la gente de la calle pudiera saber se quedaba en los espacios privados por la represión. Pero también se le ha ocultado a la gente, ya no de la época, sino de la nuestra también que EE.UU. también tuvo sus campos de concentración.
De todas formas, es como ahora: hoy en el mundo, cada año, muere por causas evitables mucha más gente de la que pudo morir en el Holocausto, como el hambre. Aparte, otra gran parte de la población trabaja en condiciones miserables para darnos productos que usamos de la forma más banal posible: quizás para un balón de fútbol un niño haya perdido una parte de su infancia trabajando en unas condiciones miserables intentando sacar a su familia adelante,
¿Qué hacemos nosotros?
Todo esto quiso condenarse en los Juicios de Núremberg, se condenan a distintos personajes del régimen nacionalsocialista, pero se estaba condenando a la gente con leyes de carácter retroactivo, nunca antes se habían registrado estos casos. Después del ’45 los soviéticos, a pesar de haber colaborado con los nazis en algunas cosas, actúan en contra de los nazis. No obstante, todavía se tiene que juzgar a todas las partes. En el 2009, con el aniversario de la guerra, se condenó al Ejército Rojo, a lo cual respondió el Presidente Dmitri Medvedev dijo que aquello no era posible. Pero todavía no se ha condenado a los del Bloque Aliado.
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